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EdTech – Tecnología Educativa. ¿Vamos por buen camino?  

Diana Medina G. – CEO, Plataforma Educativa Online alaU.org. 

Con una evidente convicción, actualmente las instituciones educativas han centrado sus esfuerzos en volver al modelo presencial tradicional. Si bien algunas de ellas continúan trabajando con plataformas online, estas plataformas son utilizadas únicamente para registro y comunicación; es más, las clases en su gran mayoría volvieron a ser presenciales. 

De esta manera se ha evidenciado  la poca o nula existencia de iniciativas para generar planes educativos híbridos, que sepan aprovechar la presencialidad y la tecnología para mejorar la experiencia de aprendizaje y lograr eficiencia en el proceso, calidad de tiempo con el estudiante e inclusión. Entonces surge la interrogante: ¿estamos listos para enfrentar las exigencias del futuro, o para una emergencia global que sacuda nuevamente el sistema educativo actual?  

Recordemos que en el 2020, más de 1.200 millones de niños y niñas en el mundo —según la UNESCO— no pudieron asistir a la escuela por el confinamiento durante la pandemia. Los sistemas educativos tuvieron   que trabajar con un modelo 100% virtual, de este modo se profundizaron aún más las brechas educativas, dadas principalmente por las desigualdades sociales.  

No obstante, acompañada de todos los tropiezos, fuimos testigos de cómo en la Edtech encontramos grandes beneficios, permitiéndonos mirar hacia el futuro de la educación. 

Alrededor  del mundo ya existen referencias de cómo la Edtech está revolucionando la educación: Coursera, Udemy o Duolingo, plataformas educativas con récords históricos de usuarios durante la pandemia.  Igualmente, nuevos  startups de Latinoamérica con crecimiento global, como: Crehana, Domestika o Platzi.  

En los modelos educativos tradicionales no es posible encontrar mayor impacto e innovación; en cambio, con la pandemia se evidenciaron buenas y malas prácticas de enseñanza, donde educadores —con poco o nulo manejo o capacitación en tecnología— tuvieron que brindar sus clases en un formato nuevo y totalmente virtual.  

Fuimos testigos de cómo educadores que antes presentaban sus clases con diapositivas en un proyector, ahora presentaban las mismas diapositivas compartiendo pantalla en una sala de zoom. Esta fue “la adaptación” de lo presencial a lo virtual;  en cuestión de creación de contenido casi nada cambió. Este es solo un ejemplo de cómo en muchos de los casos —no en todos por supuesto— no supimos aprovechar la tecnología para mejorar los métodos de enseñanza y volverlos más personalizados, atractivos, impactantes y eficientes.  

La experiencia debería ser atractiva tanto para el educador como para el estudiante, quien siempre va a recordar y agradecer una experiencia positiva de aprendizaje. Aquí no solo importa qué aprenderé sino también cómo lo voy hacer. 

Partamos por reconocer que para llegar a un estado ideal, donde la tecnología se manifieste como un aliado integral para los actores involucrados en el proceso educativo, nos falta tratar —con relevancia y prioridad— problemáticas importantes, como: el acceso a internet, la capacidad de acceso a dispositivos electrónicos para cada miembro educando de la familia y, por supuesto, capacitación en nuevas tecnologías aplicadas a la educación.  

Pese a esta gran brecha, tenemos la responsabilidad de plantearnos el objetivo de crear o impulsar iniciativas innovadoras,   de calidad e inclusión educativa. 

 Nuestro trabajo no debe ser ajeno a nuestras posibilidades y acciones actuales, por ejemplo: el proyecto titulado «Ideas para diseñar una Nueva Institución Educativa Asequible» de Abdul Latif Jameel, World Education Lab, del MIT publicado en septiembre de 20221. Entre algunas de sus propuestas, el autor sugiere que estas nuevas instituciones educativas trabajen con programas híbridos, donde se aproveche al máximo el contenido ya desarrollado por expertos, que se encuentra publicado en internet y disponible para su uso, potenciando de esta manera que los tiempos presenciales sean de calidad, más personalizados y enriquecedores. 

Si una de las mayores ventajas de la tecnología es volver a la educación más accesible e inclusiva, cabe preguntarnos ¿por qué no potenciar aún más estos grandes beneficios? Si sabemos que uno de los compromisos globales es prepararnos, lo mejor posible, para los nuevos retos del mundo laboral, la educación deberá basarse en necesidades y transferencia de conocimiento para mejorar las habilidades y que esto nos permita adaptarnos a los perfiles de trabajo que el futuro requiere, en un mercado laboral altamente competitivo. 

Es así que la industria Edtech no solo juega un rol muy importante en la historia de la educación, sino que constituye también un sector de grandes oportunidades. Cada vez más, vemos  procesos de aprendizaje innovadores gracias a la incursión en inteligencia artificial, gamificación, blockchain, análisis de datos para identificación de patrones de comportamiento, etc., que promueven la eficiencia, realidad virtual y aumentada.  

Estas tecnologías e iniciativas hacen que la industria EdTech haya sido uno de los 3 sectores con mayor aumento en la inversión en el 2021, con casi $500M de EdTech venture capital, que representa más de 6 veces el promedio de los cinco años anteriores. Se estima que el capital desplegado en la próxima década —hacia la EdTech— será de hasta $150B para América Latina y el Caribe; así lo expone el informe realizado por HolonIQ en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), titulado “Tecnología educativa en América Latina y el Caribe” publicado en diciembre del 20212

 Este documento nos habla de cerca sobre el alto potencial que tiene América Latina con respecto a los avances en innovación educativa y la inversión en EdTech; por lo que se puede afirmar con certeza que el futuro de la educación construye sus cimientos y trabaja íntimamente con la tecnología como aliada. 

Aunque entre los principales retos esté superar la resistencia al cambio, las oportunidades e impacto de la EdTech en el desarrollo de la población son indiscutibles. En palabras del mismo informe: “La tecnología educativa (EdTech) es potencialmente uno de los motores de crecimiento más poderosos para la región, ya que acelera la recuperación económica, aborda las desigualdades, aumenta el acceso y multiplica el apoyo y el impacto de los padres, mentores, maestros e instituciones de Latinoamética y el Caribe”… Literalmente nos invita a hacer movimientos inteligentes que se alineen a las necesidades no solo actuales, sino adaptadas a la nueva era digital. 

El Doctor en Ciencias de la Educación, de la Universidad de París,Mariano Herrera, en su curso online “Gestión Escolar: lo que debe saber un buen directivo”3, comparte una importante reflexión, que aunque simple en palabras constituye una valiosa pista de hacia dónde debemos apuntar: “a mayor nivel de escolaridad, menor la probabilidad de pobreza”.  

Es importante cuestionar si las acciones que actualmente tomamos están encaminadas a la mejora del sistema educativo; así como  también, reflexionar si como instituciones educativas o actores clave, estamos siendo responsables con la tecnología que usamos para implementar innovaciones educativas y lograr la reducción de la pobreza. Ahora mismo, conocemos que la educación y el acceso a la misma,  marca la diferencia entre alcanzar o no una sociedad con una mejor calidad de vida. 

Con esta visión en mente y considerando el impacto y potencial de la EdTech en la educación, ¿cómo sabemos si vamos por buen camino? Para ello habrá que respondernos: ¿El sector público está dirigiendo sus esfuerzos y presupuesto a mejorar la calidad de la educación y potenciar la innovación educativa? y ¿qué sucede con la inversión privada? ¿Estamos alentando la creación de nuevas empresas o apoyando el crecimiento de iniciativas educativas innovadoras?; ¿qué tan comprometido está el ecosistema emprendedor y tecnológico en fortalecer y generar oportunidades para startups EdTech con alto potencial de expansión?; ¿la academia está tomando acciones para la generación de programas híbridos, que puedan servir como modelos de innovación educativa?; ¿estamos invirtiendo en capacitación para educadores, en investigación, en infraestructura? 

Como padres, ¿estamos incentivando a nuestros hijos a aprovechar los beneficios de la educación online? Si aún no lo hemos hecho, es hora de replantearnos el rumbo de las acciones y, desde nuestros roles, dirigirnos a construir propuestas que den como resultado más innovaciones en el área educativa. De este modo, en los próximos años, generaremos una educación de mayor calidad, accesible e inclusiva. Trabajaremos hoy por el mundo del mañana. 

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